miércoles, 23 de enero de 2008

El llanto de los nivelungos…

23 Ene 2008(12:06:34)

¡Ay de mi! ¡Oh manes! Me entero que la codicia inmobiliaria y la insensibilidad social dieron un golpe de muerte a uno de los grandes santuarios de la espiritualidad nacional. Sí, “El Nivel”, en donde se formaron generaciones de bohemios, poetas y escritores durante más de 150 años, cerró sus puertas. El aposento será tomado por un centro cultural de la UNAM. Sin duda algunos señores profesores se estarán frotando las manos pensando en el “rescate” de un “centro de vicio”. ¡Lo que hace la juventud y la inexperiencia! En “El Nivel”, cuando el Barrio Universitario era tal, dieron cátedra los mayores educadores. He aquí mi recuerdo y testimonio de aquel salón, publicado con motivo de un homenaje a José Alvarado hace algunos años:
“[…] La escuché por primera vez en el retiro sagrado de ‘El Nivel’ en donde mi maestro Pancho Liguori administraba el devenir de ‘los nivelungos’. Yo me llegaba al lugar cada vez que podía –o sea casi a diario- porque entre los ocres olores a duras penas contenidos por capas de suave aserrín, y el bullicio de quince mesas y una barra […] se recibía mejor clase de literatura hispana que en el desangelado salón del tercer piso de la prepa dos en Licenciado Verdad y Guatemala.
“El Nivel”, lo habrán adivinado, es una cantina del centro histórico defeño. Está en la Calle de la Moneda y ostenta, cual orgulloso blasón, la licencia número uno de la ciudad. Era lugar favorecido por aquellos bachilleres del barrio universitario inficionados por el virus de la literatura y la poesía. Ahí cazábamos a los grandes escritores cuando acudían a los oficios de ‘los nivelungos’ que presidía mi llorado profe.
“Aquella tarde lo encontré en el rincón de la barra departiendo con un hombrón de espeso bigote y acento norteño. Como Liguori, vestía traje y corbata. Como Liguori a esas horas, tenía el aspecto de una cama destendida. Era José Alvarado. Puso entre mis manos una ‘Victoria’ al ser presentado como alumno favorito. Fue una velada inolvidable aunque después tuviera que volver a pie a la casa de huéspedes de La Ribera de San Cosme en la madrugada, mareado y sin un céntimo para la pensión.”
La calle de La Moneda nunca será igual.

Miguel Ángel Sánchez de Armas

Profesor – investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla.

Fuente:
Enlíneadirecta.info

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